Los colores de Mazda o cómo convertir las formas en movimiento

Las formas y los colores crean las primeras impresiones, y ningún otro aspecto de un vehículo se asocia tan inmediata e íntimamente con la calidad como el acabado exterior.

Takuminuri, el proceso de pintura avanzado desarrollado por Mazda, tiene como objetivo enriquecer las elegantes superficies de la carrocería de sus vehículos con diseño Kodo con colores únicos como el Soul Red Crystal o el Polymetal Grey, que aparecen en el Mazda3, ganador del World Car Design of the Year 2020.

Takuminuri es el resultado de décadas de experiencia con materiales y técnicas. Los esquemas de color progresivos se remontan a los primeros modelos de Mazda. El Mazda-Go Type GA “Green Panel”, un motocarro lanzado en 1938, recibió su nombre de su carrocería verde, un toque jovial en un segmento de vehículos orientados al trabajo.

El primer turismo producido en serie, el Mazda R360, llegó al mercado en 1960 con una refrescante paleta de colores que incluían el verde menta, el azul cielo o el rojo brillante, lo que lo distinguía claramente de la competencia, en la que predominada el blanco. A pesar de ser un microcoche asequible, incluso se ofreció con carrocería bitono. Combinaciones como el blanco con el techo color burdeos dieron un aire refinado a este simpático cupé de cuatro plazas, al tiempo que subrayaban el enfoque de Mazda en diseños poco convencionales e ingeniería centrada en el conductor, un valor que se ha mantenido hasta el día de hoy. El R360 fue un éxito inmediato, acaparando casi dos tercios de su segmento en Japón en 1960 y cumpliendo el sueño de ofrecer un automóvil a decenas de miles de personas.

Estableciendo precedentes de color

A medida que Mazda expandió su gama de modelos en la década de los sesenta, ofreció acabados metalizados exclusivos en modelos compactos y medios. El Mazda Luce (1966-73), por ejemplo, podría pedirse en dorado o plata, tonalidades tradicionalmente asociadas al lujo y a la velocidad, acentuando un exterior deportivo y elegante firmado nada menos que por Giorgetto Giugiaro. El Luce fue uno de los primeros modelos que más admiración causaron fuera de Japón.

El Mazda Cosmo Sport / 110S, por el contrario, llegó en 1967 en blanco puro, elegido no solo para enfatizar el diseño de la era espacial del modelo, sino también porque era el color oficial de carreras del equipo de automovilismo de la FIA de Japón. El Cosmo, que fue el primer automóvil de producción de la marca en incorporar un motor rotativo, pronto demostraría su capacidad y fiabilidad en la pista, terminando inesperadamente en cuarto lugar en su carrera inicial, el Marathon de la Route de 1968, un evento también conocido como el 84 Horas de Nürburgring.

La década de 1960 vio la adopción de pintura de resina alquídica y nuevas cabinas de secado, lo que permitió a Mazda producir acabados duraderos al tiempo que evitaba el deterioro y la pérdida de brillo de la superficie, un problema generalizado en aquel momento. En los setenta, Mazda también fue uno de los pioneros del recubrimiento por inmersión catódica (también conocido como pintura por inmersión cataforética). Dicha técnica utiliza una carga eléctrica en la pintura para mejorar la cobertura y generar una distribución uniforme para una protección más eficaz contra la corrosión, especialmente en los huecos de la carrocería.

Un deleite para los ojos

En 1977 comenzó una era extravagante de la mano del Mazda 323 de primera generación, que combinó una estética de compacto europeo con una gama de colores intensos como Muscat Green, Impulse Blue, Grand Prix Red y Sunbeam Silver Metallic. Una variedad cromática nada discreta que contribuyó a que el 323 se convirtiera en uno de los vehículos importados de mayor éxito en el Viejo Continente.

Hablando de éxitos, un hecho culminante indiscutible de la colorida historia de Mazda tuvo lugar en 1991, cuando un Mazda 787B con el dorsal nº 55 de color verde y naranja fue el primero en cruzar la línea de meta en las 24 Horas de Le Mans de ese año. El llamativo acabado y el espectacular rugido del motor 26B de cuatro rotores y 710 CV siempre estarán asociados con la primera victoria de una marca asiática en la carrera francesa, y la única hasta ahora con un modelo con motor rotativo. El Mazda MX-5 "Le Mans", una edición limitada de 2011 que conmemora el 20 aniversario de la carrera, se vistió con los colores distintivos del 787B. También es una de las pocas versiones del MX-5 con turbocompresor.

En lo que a colores llamativos se refiere, el MX-5 ha introducido un sinfín de ellos durante las últimas tres décadas. Destacan los típicos colores de coches deportivos como el Classic Red y British Racing Green, u otros pertenecientes a ediciones especiales como el Sunracer’s Sunburst Yellow (1995), el Spirited Green (Karai, 2011) y el Racing Orange (30 aniversario, 2019), por nombrar solo algunos. Sin duda, esta gran variedad ha contribuido al ascenso del icono de la marca dentro del mercado mundial de los roadsters.

Aunque solo representa unos pocos kilos del peso total de un coche, la pintura y el proceso de acabado de la carrocería sigue siendo una de las fases más elaboradas de la fabricación en la actualidad. Esto explica la preocupación de Mazda por los colores, y es por ello que el fabricante de automóviles inventó Takuminuri, cuyo nombre une los términos japoneses para "maestro artesano" (Takumi) y "pintura" (Nuri). Este innovador proceso permite a Mazda producir en serie lo que parece ser un acabado aplicado manualmente, gracias a que los robots de pintura imitan las técnicas de sus especialistas.

Enriqueciendo la dinámica de la luz

A diferencia de los acabados convencionales de dos capas, con una capa base de color y otra capa transparente, los colores metalizados de Mazda utilizan un sistema tricapa que incorpora una capa reflectante y una translúcida debajo de la capa transparente final. El objetivo es enriquecer la profundidad y la saturación de color de la pintura, profundizando la fluidez y vitalidad de sus diseños Kodo mediante el contraste entre luces y sombras. Como resultado, las superficies parecen estar en movimiento incluso cuando el vehículo está parado.

Mazda siente una especial fascinación por el color rojo, y el enfoque Takuminuri, utilizado por primera vez en 2012 para crear el Soul Red, se ha perfeccionado continuamente como parte de la búsqueda de Mazda para crear el rojo más profundo y especial del mundo. Y quizás ninguna tonalidad de rojo emana tanta emoción como el Soul Red Crystal, que está disponible en toda la gama actual de  modelos. Cada una de sus tres capas cumple una función diferente. Mazda utiliza dos tipos de partículas de aluminio en la capa base: unas brillantes que reflejan la luz y otras que la absorben, mientras que la capa de color translúcido que se encuentra justo encima contiene pigmentos rojos. La luz incide a través de la capa transparente y las capas de pigmento rojo hasta llegar a las partículas de aluminio de la capa base. Las reflectantes iluminan la superficie con un rojo intenso y profundo que parece brillar desde dentro, mientras que las que absorben la luz producen un tono negruzco.

Y hablando de rojo, este año la marca está reviviendo la combinación bitono blanco-burdeos del Mazda R360 en su gama de modelos serie especial 100 Aniversario. Todos ellos se encuentran disponibles con carrocería en color blanco e interior burdeos, mientras que, adicionalmente, el MX-5 y el MX-30 combinan el mismo tono exterior blanco con el techo de color burdeos. Con toda esta inspiración del pasado, los diseñadores de color de Mazda afrontan el futuro con el desafío de seguir creando nuevos colores que sigan cautivando a los clientes de todo el mundo.

Fuente: Mazda

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